Heterodoxos, Quiméricos y Visionarios
Alfredo Villaverde Gil
Editorial Dulcinea, 2014
Heterodoxos,
Quiméricos y Visionarios es el título del nuevo libro de Alfredo
Villaverde Gil. Un poemario dedicado a personajes clave de la
literatura, el arte y en general de la historia, sin los cuales
seguramente sería difícil entender el mundo tal y como hoy lo conocemos.
Este
es un poemario, en efecto, que nos habla de grandes personajes de la
cultura, pero también de otros que pertenecen al ámbito de lo político,
lo social, del mundo empresarial o las nuevas tecnologías. Pues para
Alfredo Villaverde es tan valiosa la figura de San Juan de la Cruz como
la del Ché Guevara o la de Steve Jobs para incluirlas en este libro
singular.
En
cualquier caso, todos fueron protagonistas de la historia pasada y de
la más reciente. En este libro, Alfredo Villaverde nos habla de hombres y
mujeres que él cataloga como heterodoxos. Donde también cabría nuestro
autor, pues Villaverde también es un heterodoxo. Asimismo,
nos habla de personajes a los que define como quiméricos, personajes
que apostaron por construir el mundo a través del arte, el humanismo y,
en algún caso, como Teresa de Calcuta, de la entrega a los demás.
Para
cerrar el tríptico, nos habla de visionarios, porque estos personajes
que Alfredo Villaverde recupera para la poesía fueron más allá del
horizonte que les marcaba su tiempo, su propia época, e incluso más allá
de lo substantivo. Llegando a la esfera de lo trascendente y el
misticismo. Como fue el caso de Yalad al-Din Rumí, presente en el
poemario cuya voz poética inspiraría una de las formas de expresión
mística sufí más bella. Me refiero a los derviches danzantes.
Por
ello, cada personaje ha sido adjetivado según los tres calificativos
utilizados en el título que, a su vez, corresponden a los títulos de los
tres capítulos del libro. Sin embargo, tengo la sospecha de que las
figuras entresacadas del paisaje de la historia que van surgiendo en las
páginas del poemario, son todos ellos merecedores a un tiempo de los
tres epítetos que definen el libro.
Todos
y todas mostraron su disconformidad con las ideas, las prácticas, las
creencias o los dogmas que imperaron en el momento que les tocó vivir.
Todos quisieron llevar la imaginación al poder y eligieron la utopía
como recurso para dar sentido a la existencia. Todos utilizaron la
ilusión y la fantasía para erigir sus obras e intentar modificar la
realidad que les rodeaba.
Todos y todas quisieron a su manera “salvar el planeta y alterar la conciencia humana”, como escribió Allen Ginsberg. Posiblemente porque, como nos dice Alfredo Villaverde, “el mundo es un aullido gigantesco”. Todos ejercieron un compromiso activo con la cultura y el humanismo. Quizá porque, como también escribe Alfredo, “quién
sabe cuándo y dónde”, a través del arte, la música, la poesía o un
sencillo gesto de humanidad “haremos sonreír a la Gioconda”.
Es
cierto que Alfredo Villaverde puede permitirse el lujo de abordar y
enfrentarse a estos personajes de extraordinario peso específico. Una
empresa que para cualquier otro autor sería cuanto menos arriesgada.
Puede hacerlo por su amplia trayectoria como urdidor de versos de calado
y prosas bien afinadas. Puede hacerlo porque el oficio le viene de
lejos y la maestría se impone en sus poemas. Puede hacerlo porque aborda
la complejidad de los enormes personajes de libro con la soltura de
quien ha transitado mucho y bien por los senderos del intelecto y la
escritura. El resultado: poemas de lectura ágil y accesible. A pesar,
como he dicho, de la altura cultural e histórica de los personajes que
se sitúan en el punto de mira de sus versos.
Sin
duda, los poemas poseen una profunda carga temática. Pero en estos
versos no sólo hay una exaltación de las figuras que como en una galería
de retratos aparecen ante nuestros ojos, también se entreveran los
grandes temas de la poesía como el tiempo, el amor, la existencia, la
sociedad, etc. Por otra parte, estos son temas que siempre han estado
presentes en la obra poética de Alfredo Villaverde.
Dicho
esto, parece necesario advertir que la elección de los personajes no
parece casual. Más bien creo que nuestro autor, haciendo bueno el axioma
de que escribir poesía es desvestirse y exponerse como en ningún otro
género ante el público lector, nos confía una parte esencial de su
bagaje cultural del que él se considera heredero y, al mismo tiempo,
sabedor de la obligación intelectual de transmitir dicha herencia.
Creo
que, de esta forma, Alfredo Villaverde ha querido dar cuenta y razón de
personajes que han ejercido sobre él una extraordinaria atracción y,
por ende, una influencia notable. Villaverde es, ya se ha dicho, un
heterodoxo y también quimérico y visionario como los personajes de su
libro. Es un autor que ha practicado la poesía social, estética,
mística,…en fin de muy diversa temática y condición. Ahora rinde
homenaje poético a quienes le han conducido, en algún momento de su
trayectoria literaria y vital, por los derroteros de la creación y el
pensamiento.
No
podemos dejar de citar la figura de Juan Ruiz de Torres que, sin duda,
fue igualmente hombre y autor heterodoxo, quimérico y visionario. A
quien el autor dedica el libro y el último poema del mismo. La amistad
personal y literaria entre Alfredo Villaverde y Juan Ruiz, fallecido
este año 2014, queda patente en el libro.
Para
finalizar, solo resta anotar que en este libro los lectores encontrarán
buena poesía que, sobre todo, rinde culto a la cultura y a quienes la
han edificado con mayúsculas. Un libro en el que a buen seguro
encontrarán poemas que serán de su agrado.
© Francisco J. Castañón
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