miércoles, 14 de junio de 2017

Reseña 'En los pliegues del olvido' de Ignacio Vázquez Moliní


En los pliegues del olvido

Ignacio Vázquez Moliní
Ediciones Vitruvio, 2017
68 páginas



El poemario En los pliegues del olvido de Ignacio Vázquez Moliní supone el número 638 de la prestigiosa colección de poesía Baños del Carmen de Ediciones Vitruvio, un proyecto editorial que cuando ‘todo conspira contra la posibilidad de que la poesía tenga un público amplio’, como decía hace algunos días Guillermo Carnero, y en las librerías de las grandes cadenas comerciales la poesía pierde espacio en favor de youtubers y del cómic, parece necesario reconocer el relevante esfuerzo de editores que nos permiten tener entre las manos libros como el que se reseña en estas líneas.

Hasta la fecha lo que conocíamos de Vázquez Moliní era su prosa, en forma de ensayo, relato, novela y como columnista del periódico Estrella Digital, donde tengo la fortuna de compartir con él páginas digitales desde hace varios años.

Desde su primer libro, Periplo alfabético de un fumador de pipa, hasta llegar a su novela La embajada roja en Lisboa —que ha sido recientemente traducida al portugués— hay un camino recorrido que le ha llevado a ser un excelente fabulador, un esforzado forjador de relatos y, por ende, un novelista con capacidad para hacer lo más importante: contar bien una historia que atrape al lector.

En estos años ha escrito también otros libros espléndidos que merecen nuestra atención, es el caso de Historia de Almonaster que en palabras de su autor fue el resultado de “una enajenación mental”, al parecer transitoria. También hay que citar Elogio de Bruselas y Lisboas, dos libros muy recomendables para conocer la capital de la Unión Europea y la bellísima ciudad de la desembocadura del Tajo, desde ángulos muy diversos y verdaderamente interesantes. Por último, Una mirada al siglo XX: Los memorables de Vázquez Díaz, obra dedicada al insigne pintor onubense que retrato a tantos personajes de la Edad de Plata de la cultura española. Estos tres libros fueron escritos conjuntamente con Jaime-Axel Ruiz y firmados bajo el heterónimo Rui Vaz de Cunha, un autor portugués creado para la ocasión que a lo largo del tiempo ha ido tomando vida propia, pero ese es otro tema.

Nada más adentrarnos en el libro, en el primer poema nuestro poeta hace una declaración de intenciones que a mi entender tendrá un peso específico indudable a lo largo de esta obra, el autor quiere recuperar, sigo sus palabras, «esa mirada de asombro y esperanza» que añora del pasado y desea recobrar para proseguir en el presente.

En los pliegues del olvido, como no podía ser de otra manera, se habla del olvido, del olvido de esas cosas que dan sentido a la existencia, a la vida y, al mismo tiempo, va a hablar sobre el olvido para vencer al olvido. Porque el poeta, aquí, se niega a que la palabra, su palabra poética, quede muda, a que el eco de su canto quede en la “cuneta” del olvido.

Con este poemario es la primera vez que Vázquez Moliní se interna por los derroteros de la poesía. Como todo poeta en su opera prima busca un estilo, una personalidad poética…, su voz singular con la que dar un acento propio a sus poemas. Pero a diferencia de otros poetas que inician su trayectoria en el género en los poemas de Vázquez Moliní se aprecia un considerable oficio en la escritura.

Quizá por ello, una cualidad que destaca en estos poemas es el empleo de un lenguaje poético ágil y dinámico. Poemas a los que el autor también imprime ritmo, musicalidad e incluso algunas leves pinceladas de surrealismo o dadaísmo, como sucede en el poema “XIV” del libro. Del mismo modo, estamos ante una poesía sin elementos innecesarios o superfluos que se lee con soltura, con facilidad, y llega al lector con original destreza.

Por otro lado, en los versos de Vázquez Moliní descubrimos consideraciones de diversa índole sobre el devenir de la existencia y la realidad que circunda al poeta. Una poesía que quiere ser asimismo una carga de profundidad para avivar conciencias y agitar nuestro intelecto.

En el discurso poético del autor está presente el tema del amor como un cendal que todo lo cubre —anotar que este poemario lo dedica el poeta a su esposa, «a Maribel»—, aunque en este libro vamos a descubrir igualmente temas notable intensidad, por decir así, como la rutina del día a día, la angustia, el hastío, el paso del tiempo, el valor de un instante…

Otro elemento destacable es que en estos poemas sobre el olvido el poeta no deja en el tintero su compromiso ciudadano, no se “olvida” de ese componente cívico-social, que hoy se reivindica en la obra de diversos poetas contemporáneos. Podemos advertirlo en poemas como “Está prohibido dar de comer a las palomas” o en “No me importan las banderas”.

En este sentido, me atrevería a decir que hay algo quijotesco en estos poemas, algo de aquel caballero de la triste figura, de caballero andante de pensamientos elevados dispuesto a librar batallas a sabiendas perdidas que, sin embargo, mantiene intacta la esperanza en el futuro, cuando alguien «con brazo firme» pueda «cambiar por fin el mundo». Poemas como “Eres tan pequeño…” o “Si son otros los que ocultan los millones”, resultan un buen ejemplo de ello.

El narrador Vázquez Moliní escribió en cierta ocasión que “todos los libros son libros de viajes”, entiendo por ello que en su caso la poesía puede ser el “diario” de un viaje interior que el poeta decide exponer ante el público lector. Quienes hemos seguido la trayectoria de Vázquez Moliní, sabemos que este autor ha viajado a no pocos lugares a lo largo de su vida, por motivos personales y profesionales. Algunos de esos lugares aparecen en estos versos: Atenas, París, Beirut, Estambul, Bruselas (donde ha vivido) y Lisboa (donde ahora tiene su residencia habitual), esto ha ido configurando, a mi juicio, una visión universalista de la vida. Una forma de mirar el mundo abierta a la solidaridad, a la tolerancia, al diferente…, que está en el ADN de su escritura.

Ni que decir tiene que Lisboa, ciudad en la que reside desde hace años como ya se ha dicho, aunque únicamente se menciona expresamente una sola vez en todo el poemario, está siempre ahí. Como telón de fondo del escenario en el que se desenvuelven estos poemas. No podemos dejar de imaginar al autor cavilando sus versos mientras transita por las mismas calles que recorriera Fernando Pessoa desde el Gremio Literario de Lisboa hasta el Círculo Eça de Queiroz, entidades a las que desde hace tiempo pertenece nuestro poeta.

Sorprende gratamente por tanto esta incursión que ha realizado Vázquez Moliní en la poesía, porque creo que estamos ante un libro que merece nuestra atención, que merece la pena ser leído, donde hallamos una poesía sugerente, bien urdida, honesta y sin afectaciones. Una poesía donde el poeta despliega su aspecto más íntimo. algo que hasta el momento no había emergido de forma tan expresa en su prosa.

Para finalizar, comentar que el poema “LVII” del libro, donde encontramos las palabras que dan título al poemario, contiene en ocho versos la esencia de una poesía con la que el autor parece querer conjurar los pasos que desaparecen en las sendas que se borran, todo aquello que se pierde en la memoria, todo lo que se diluye en el olvido. Si desean participar de dicho conjuro, sólo me queda a invitarles a recorrer las páginas de este libro, creo sinceramente que no les defraudara.

Francisco J. Castañón




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