Escombros: casa museo
Gemma Serrano
Ediciones Vitruvio, 2019
Escombros: casa museo es el sugerente título del último poemario de Gemma Serrano. Estas tres palabras, elegidas por la autora para encabezar su nueva obra, parecen tener una intención definida. De hecho, no son pocos los elementos de este libro que apuntan a un meditado propósito. Trataremos pues de aproximarnos en las siguientes líneas a las claves de estos Escombros, donde la palabra poética responde a un discurso bien trazado que, paso a paso, nos conduce hasta la puerta de la casa museo ideada por Serrano.
Qué es un escombro sino el desecho de una construcción que se erige o es derribada. De ahí que surja la pregunta, ¿estamos ante una metáfora relativa a los restos desprendidos de un universo personal que se agota con el transcurrir del tiempo hasta ser tan solo ecos del pasado? Por otro lado, el término “casa museo”, como lugar donde se exponen los objetos y recuerdos de lo que un día fue, cosido aquí a la palabra Escombros, ¿quiere advertirnos sobre la futilidad de la existencia y de las cosas, por más relevancia que nos empeñemos en conceder a lo que nos rodea? Estas y otras cuestiones nos asaltan en este espléndido poemario. Asimismo, puede observarse un existencialismo intenso en este libro, algo que ya se avanzaba la poesía de Serrano en su opera prima, Cisne en prácticas.
En este sentido, Escombros: casa museo contiene una poesía que se deja leer, pero alcanzar el trasfondo de sus versos es tarea algo más compleja. Desde un principio, atisbamos palabras que en estos poemas no solo poseen un significado, también, ya se ha comentado, una voluntad. Antes, incluso, de sumergirnos en la lectura de la poesía que nos ofrece la autora en esta entrega, podemos ver ya un ejemplo: «mamá», en minúsculas, palabra que precede a los treinta y seis poemas, es dedicatoria o quizá una invocación. Lo dicho, pocas cosas son casuales en este libro.
Los primeros once poemas, recogidos en el capítulo “Casa de invierno y materna”, destacan a mi juicio por un marcado carácter biográfico. La poeta nos pone en situación cuando escribe: «Cuanto asustan las taras y los hombres», último verso del poema “Recalificación de suelo”. Recalificar el suelo, el terreno que no sin cierta ironía comienza a disponer Serrano para ir cimentando su casa museo. ¡Cuántas connotaciones —algunas bastante aciagas— ha tenido y tiene todavía esta expresión en nuestra reciente historia social!
En el poema “Escalada temporal” hay un relato de infancia. Un poema en tres partes donde podemos leer versos como «[…] una nave espacial desde los sueños / de dos en dos le cruza las galaxias; un caballo con alas y tan blanco / le mece con su trato principesco». En “Irala”, siguiente poema, hallamos versos de una belleza dolorida, como «Tenía, por ejemplo, trece años: / camino del garaje vino un golpe / de barrera de tren en la cabeza. / Aquel día sus huecos se llenaron / de amor-anacoluto y de sintaxis». Hay, sí, una crónica triste: «La puerta se cayó de vieja. / Se le habían gastado las ganas / y no quedaban hilos que guardar» (del poema “Glosa de armario”). Los poemas de Serrano cierran con contundencia su exposición, «Ya no tiene enemigos ni corre a la fuente, / y busca en otras plazas sus rectas impecables. // Una vencida en bragas» (del poema “Golpe de calor”). Y finalmente, como en estos versos del poema “Desavenencias divinas”, intenta buscar una explicación al destino: «Se repite en voz alta que los dioses no sienten, / que se acuestan muy solos, que nunca se enamoran / y que son in-sen-si-bles».
Entrados ya en el segundo apartado “Derribos y escombros”, descubrimos una geografía de lo cotidiano, versos sobre lo áspero que puede resultar sacar adelante el día a día, donde surge el hartazgo, pero también el amor que se cuela por las rendijas de la vida. Poemas como “Colada nocturna” («Si casi son casi las doce y todavía / se queda sin pareja un calcetín… // Debería gritar desnuda, / y desde la ventana / asomarse al escándalo / de ese patio interior»), “Cadalso de la ropa interior”, “Cronología de los calcetines”, pero sobre todo “Lista” («Ha puesto una moneda en el carrito //…// Salida sin compra»). Es ese continuo y arduo discurrir de la existencia que nos conduce a poemas, como “Vacaciones”, donde la realidad prevalece sobre las ilusiones («No se olvidan de nada y acaban con la lista: / este verano no habrá vacaciones») o es la condición humana quien impone sin tibieza sus reglas, en este caso la condición de ser esa mujer que en el verso final del poema “Oración” «…se despierta, bebe, escribe un soneto». Asimismo, no es posible reseñar esta segunda parte del libro sin fijar la atención en otros interesantes poemas de Serrano, como “Terror”, “Efecto invernadero” o su excelente “Declaración de amor”.
Anotar, por otro lado, que el empleo de un léxico actual es un rasgo a tener en cuenta en los poemas de este libro. El uso de términos como nave espacial, wifi, portátil, whatsapp, carrocería, microondas, playmobil, declaración de la Renta, etc., confiere a su poesía una notable contemporaneidad. Pero si hay algo que destaca en estos poemas son diversas imágenes dignas de la poesía impresionista. Imágenes potentes, afiladas, cruentas…, «La lluvia convertía los orines / en charcos perfumados y profundos, / porque no repugnaba si fuera necesario / amasar meados con tierra» (del poema “Mar y montaña”); «…ver manos que asemejan garras / de fieras» (del poema “Pangea”); «…les corría por las venas / un vinagre de silencio» (del poema “Revisión de clásicos”) o «Menstruar por la vagina y por la boca: / enrojecerse de encías / y labios menores de lenguas mayores» (del poema “Oración”) son algunos ejemplos. Por la gravedad que desprenden, la poesía de Serrano puede parecernos cercana a la prosa en algún momento. Sin embargo, sus palabras discurren por esa corriente subterránea que propaga el lenguaje de la poesía.
En el tercer y último acto de este poemario accedemos a la “Casa Museo”. Comenzamos la visita adentrándonos en versos donde no falta el ingenio o el humor, como sucede en los poemas “Inventario”, “Inspección ocular” (aprender a mirar es importante) o “Presbicia espacial” en el que la poeta apunta: «Si fuera necesario, aumentaremos / el número de lentes en espejos / no sea que las letras / no estén del todo muertas». La Casa museo de Serrano tiene su correspondiente “Contrato de mantenimiento” y «La clienta solicita: // qué cómo se respira / el gas» o «…cómo se hace / para la descarga eléctrica».
En esta casa todo está meridianamente claro. Los objetivos del museo: «Dar a conocer al público la estética del vacío. / Documentar los huecos, las faltas, los rotos. / Conservar este legado para el hijo: así fue. / No olvidar» (del poema “Casa museo-Quiénes somos”). También se nos advierte sobre el pasado de este hogar que habita los recuerdos de la poeta: «En esta casa vivieron juntos diez años / los dos: ella y él. / Allí bebieron, comieron y concibieron un hijo. //…ejemplo de vivienda de dos que se encontraron» (del poema “Casa museo-Información general”). En efecto, en sus versos la autora nos informa sobre las estancias de la casa, los horarios de visita o la posibilidad de hacer fotografías y vídeos.
Pero tengan cuidado, este museo puede ser una trampa. Una ilusión urdida para engañar nuestra visión haciéndonos ver lo que no es. Al fin y al cabo, «Esta casa sin ti es un trampantojo.» (del poema “Trampantojo”). En cualquier caso, siempre pueden ustedes hacerse “Amigos de la casa museo”, no les defraudará. No tengan duda, «La casa museo resiste / de alfabetos de amor hasta la zeta». Sean bienvenidos.
jueves, 1 de octubre de 2020
Reseña de "Escombros: casa museo", de Serrano, Gemma.
miércoles, 19 de febrero de 2020
Reseña de 'Papelera de reciclaje', de Elena Muñoz
Papelera de reciclaje
Elena Muñoz
Ediciones Vitruvio, 2019
‘Papelera de reciclaje’ es el título del tercer poemario publicado por Elena Muñoz. Novelista, poeta y dramaturga, Muñoz es autora de una nutrida obra literaria. La trilogía de novelas sobre el viento ('Como el viento en la espalda', 'Vientos del pasado. El secreto tras el cuadro’ y 'El huracán y el destino'), el libro de relatos 'Nacidos bajo el signo de eros', la obra teatral ‘Nieve en Mayo’ o los artículos ‘blogueros’ editados en papel bajo el título ‘Mi vida en tacones’, dan cuenta de su itinerario como escritora y su saber para cultivar con acierto diversos géneros.
Pero en estas líneas centraremos la atención en su último poemario, Papelera de reciclaje, que junto a los títulos Momentos de Arena y Hielo y Los poemas no cotizan en bolsa conforman la trayectoria poética de Muñoz hasta la fecha.
Sin duda, este nuevo poemario es un paso adelante en la poesía de esta autora, donde observamos una continuidad en el estilo que la define. Aunque, al mismo tiempo, en los poemas recogidos en este libro es posible atisbar cómo ha madurado y progresado, sin duda para bien, la poesía de Muñoz.
En estos poemas hay una poeta, una escritora, que maneja el lenguaje con acierto y soltura, expresando con precisión aquello que quiere proclamar a través de sus versos. La poesía de ‘Papelera de reciclaje’ es una poesía escrita con cercana sencillez, pero cargada de transcendencia. Una poesía elaborada con un lenguaje directo y concreto, pero lleno de rotundidad expresiva.
Muñoz elabora su discurso poético sin ambages ni artificios innecesarios. Ante todo, la autora desea llegar a lo más hondo de quienes se adentran en sus poemas. Sus versos emergen para dar sentido a su poética y, al tiempo, hacer sentir, agitar conciencias e intelectos. Y lo logra, con versos colmados de naturalidad y armonía. Versos con los que esta poeta consigue emocionar y, también, conmocionar al público lector.
Anotar igualmente que la autora no olvida incorporar esa necesaria cadencia que confiere musicalidad y armonía a los poemas. De tal forma que su contenido, independientemente del tema que la poeta trata en sus versos, no pierde su carácter lírico.
Estamos ante un libro diferente a los dos anteriores. Un libro bien estructurado y bien acabado, donde hallamos poesía de calidad. Estamos ante una voz poética con personalidad propia que ha encontrado su sitio poético.
De algún modo, un libro de poesía es siempre una pieza de artesanía en la que la poeta, en este caso, pone todo su saber literario y su empeño por ofrecer a los lectores lo mejor de sí misma. Y como en toda obra de arte, los detalles son importantes.
En este sentido, en algunos rincones de ‘Papelera de reciclaje’ encontraremos claves a tener muy en cuenta para entender lo que contiene en su interior.
Por un lado, descubrimos en el pórtico de este poemario una cita del gran poeta José Ángel Valente, escogida por la autora para afirmar la función de la poeta inmersa en la sociedad de nuestro tiempo: ‘El poeta deber ser más útil / que ningún otro ciudadano de la tribu’, escribe Valente. Y Elena Muñoz recoge el testigo, imprimiendo a su poesía esa necesaria utilidad que reivindica Valente y en la que cree y manifiesta nuestra autora.
Otro detalle relevante es la dedicatoria con la que inicia la parte titulada Calendario de emociones. ‘A la Naturaleza que nos señala el devenir de los ciclos vitales y pone ante nuestros ojos la evidencia de nuestra temporalidad’.
La naturaleza, unida al transcurrir del tiempo, toma en los poemas del capítulo Calendario de emociones un carácter orteguiano.
El poema que abre este libro ‘El árbol que veo desde mi ventana’, aúna naturaleza y tiempo. El árbol que observa la poeta es un calendario vital. Además, en los poemas de esta primera parte del libro la autora se funde con las estaciones, pero también con la lluvia, con el gris de un cielo otoñal, las estrellas, la nieve, las aves,…
La naturaleza es aquí fuente de inspiración, ámbito de reflexión y seña de identidad de la poeta. Con la naturaleza y con el mar en la última parte del poemario establece un diálogo con la existencia y su fugacidad. Si Ortega escribió ‘El tiempo es universo como río’ para subrayar la fugacidad de nuestro existir, Elena Muñoz ve en la ramas de un árbol el tiempo que pasa, un instante pretérito que se ha ido y un mañana que no es más que ilusión o miedo.
En el quehacer poético de la poeta cobra gran relevancia la idea del ‘recuerdo’, sobre todo de esos episodios o momentos de la infancia añorada que sabe bien que no regresaran, hurtados ya por el paso de los días y los años. De esta forma, en la segunda parte del poemario, titulada ‘De lo que siento escribo aunque no exista’, surge aquella niña que fue la poeta, cuyo recuerdo la ayuda a entender la mujer que es hoy.
El tiempo y la memoria se trasmuta en los versos de este libro en conocimiento, pero también en duda. ‘Sigo mi viaje, -nos dice Elena en su poema ‘Ahora soy’- igual pero distinta,/ sin mirar al espejo que otros me muestran / porque soy su reflejo, y no / la que he de ser aun dudando / de serlo,’
Sin desmerecer a los demás, a lo largo del libro, surgen poemas llenos de fuerza. Poemas espléndidos como el ‘El beso de la nieve’ o el poema ‘Aunque no llueva al gusto de todos’ donde leemos versos de tono existencialista: ‘La naturaleza sigue su curso, / cumple su cometido, / y no entiende de fines de semana’. También destacaría el poema ‘Una fecha cualquiera’, donde se habla de aquellos días en los que el tiempo era para la poeta una promesa de futuro.
El tema del amor y la pasión tienen su lugar en otros dos poemas que impulsan la corriente poética que nos conduce por este poemario, me refiero a los poemas ‘Amor perfecto’ y ‘Pasión’. No podía faltar un poema titulado ‘Mi vida en tacones’.
Mencionar asimismo el poema ‘Vida’, un poema magnífico, a mi entender. Un poema de renovación que nos lleva hacia otro de esos poemas llenos de significado a destacar en esta páginas, el poema ‘No quiero poemas tristes’, versos impregnados de nostalgia donde la poeta se resiste a caer en la tentación de la tristeza.
Nombrar también los poemas ‘Cuando ya nada queda’, ‘Tras la niebla’, ‘Encontraré la manera’, y como no podría ser de otra forma, el poema que da título al poemario, ‘Papelera de reciclaje’ toda una declaración de intenciones.
La última parte del libro, dedicada al mar, recoge nueve poemas dedicados otro de los grandes temas en la poesía de Elena Muñoz.
Esta es, pues, la poesía de quien acumula experiencias y saberes que le ha ofrecido el discurrir de la vida, ese vivir que con el tiempo se trasmuta en entendimiento y sapiencia.
Pero Muñoz no traslada a estos versos una determinada experiencia, por decir así. En esta poesía hay algo quizá mucho más complejo: una lectura atenta y pausada del mundo que la rodea y nos rodea. Ese es el valor de esta poesía.
Estos poemas, son poemas cordiales que transportan el sentir de la autora sobre aquello en lo que fija su mirada poética. Versos con los que quiere conmover, pero en los que también invita a los lectores a observar con detenimiento y a reflexionar sobre la realidad que nos circunda.
En esta ‘Papelera de reciclaje’ de Elena Muñoz hay introspección y sensibilidad. El nuevo libro de Elena Muñoz es, a mi juicio, su libro más intimista que nos adentra en lo más insondable de su identidad y en la experiencia vital de la autora. Pero también, y esto es relevante, un poemario en el que su poesía alcanza a disertar sobre los temas fundamentales del ser humano.
Al fin y al cabo, como dijo en una ocasión Antonio Orejudo, todos somos literatura. Y quizá también todos somos poesía.
Disfruten de los nuevos poemas de Elena Muñoz.