miércoles, 19 de febrero de 2020

Reseña de 'Papelera de reciclaje', de Elena Muñoz

 


Papelera de reciclaje
Elena Muñoz
Ediciones Vitruvio, 2019

 

‘Papelera de reciclaje’ es el título del tercer poemario publicado por Elena Muñoz. Novelista, poeta y dramaturga, Muñoz es autora de una nutrida obra literaria. La trilogía de novelas sobre el viento ('Como el viento en la espalda', 'Vientos del pasado. El secreto tras el cuadro’ y 'El huracán y el destino'), el libro de relatos 'Nacidos bajo el signo de eros', la obra teatral ‘Nieve en Mayo’ o los artículos ‘blogueros’ editados en papel bajo el título ‘Mi vida en tacones’, dan cuenta de su itinerario como escritora y su saber para cultivar con acierto diversos géneros.

Pero en estas líneas centraremos la atención en su último poemario, Papelera de reciclaje, que junto a los títulos Momentos de Arena y Hielo y Los poemas no cotizan en bolsa conforman la trayectoria poética de Muñoz hasta la fecha.

Sin duda, este nuevo poemario es un paso adelante en la poesía de esta autora, donde observamos una continuidad en el estilo que la define. Aunque, al mismo tiempo, en los poemas recogidos en este libro es posible atisbar cómo ha madurado y progresado, sin duda para bien, la poesía de Muñoz.

En estos poemas hay una poeta, una escritora, que maneja el lenguaje con acierto y soltura, expresando con precisión aquello que quiere proclamar a través de sus versos. La poesía de ‘Papelera de reciclaje’ es una poesía escrita con cercana sencillez, pero cargada de transcendencia. Una poesía elaborada con un lenguaje directo y concreto, pero lleno de rotundidad expresiva.

Muñoz elabora su discurso poético sin ambages ni artificios innecesarios. Ante todo, la autora desea llegar a lo más hondo de quienes se adentran en sus poemas. Sus versos emergen para dar sentido a su poética y, al tiempo, hacer sentir, agitar conciencias e intelectos. Y lo logra, con versos colmados de naturalidad y armonía. Versos con los que esta poeta consigue emocionar y, también, conmocionar al público lector.

Anotar igualmente que la autora no olvida incorporar esa necesaria cadencia que confiere musicalidad y armonía a los poemas. De tal forma que su contenido, independientemente del tema que la poeta trata en sus versos, no pierde su carácter lírico.

Estamos ante un libro diferente a los dos anteriores. Un libro bien estructurado y bien acabado, donde hallamos poesía de calidad. Estamos ante una voz poética con personalidad propia que ha encontrado su sitio poético.

De algún modo, un libro de poesía es siempre una pieza de artesanía en la que la poeta, en este caso, pone todo su saber literario y su empeño por ofrecer a los lectores lo mejor de sí misma. Y como en toda obra de arte, los detalles son importantes.

En este sentido, en algunos rincones de ‘Papelera de reciclaje’ encontraremos claves a tener muy en cuenta para entender lo que contiene en su interior.

Por un lado, descubrimos en el pórtico de este poemario una cita del gran poeta José Ángel Valente, escogida por la autora para afirmar la función de la poeta inmersa en la sociedad de nuestro tiempo: ‘El poeta deber ser más útil / que ningún otro ciudadano de la tribu’, escribe Valente. Y Elena Muñoz recoge el testigo, imprimiendo a su poesía esa necesaria utilidad que reivindica Valente y en la que cree y manifiesta nuestra autora.

Otro detalle relevante es la dedicatoria con la que inicia la parte titulada Calendario de emociones. ‘A la Naturaleza que nos señala el devenir de los ciclos vitales y pone ante nuestros ojos la evidencia de nuestra temporalidad’.

La naturaleza, unida al transcurrir del tiempo, toma en los poemas del capítulo Calendario de emociones un carácter orteguiano.

El poema que abre este libro ‘El árbol que veo desde mi ventana’, aúna naturaleza y tiempo. El árbol que observa la poeta es un calendario vital. Además, en los poemas de esta primera parte del libro la autora se funde con las estaciones, pero también con la lluvia, con el gris de un cielo otoñal, las estrellas, la nieve, las aves,…

La naturaleza es aquí fuente de inspiración, ámbito de reflexión y seña de identidad de la poeta. Con la naturaleza y con el mar en la última parte del poemario establece un diálogo con la existencia y su fugacidad. Si Ortega escribió ‘El tiempo es universo como río’ para subrayar la fugacidad de nuestro existir, Elena Muñoz ve en la ramas de un árbol el tiempo que pasa, un instante pretérito que se ha ido y un mañana que no es más que ilusión o miedo.

En el quehacer poético de la poeta cobra gran relevancia la idea del ‘recuerdo’, sobre todo de esos episodios o momentos de la infancia añorada que sabe bien que no regresaran, hurtados ya por el paso de los días y los años. De esta forma, en la segunda parte del poemario, titulada ‘De lo que siento escribo aunque no exista’, surge aquella niña que fue la poeta, cuyo recuerdo la ayuda a entender la mujer que es hoy.

El tiempo y la memoria se trasmuta en los versos de este libro en conocimiento, pero también en duda. ‘Sigo mi viaje, -nos dice Elena en su poema ‘Ahora soy’- igual pero distinta,/ sin mirar al espejo que otros me muestran / porque soy su reflejo, y no / la que he de ser aun dudando / de serlo,’

Sin desmerecer a los demás, a lo largo del libro, surgen poemas llenos de fuerza. Poemas espléndidos como el ‘El beso de la nieve’ o el poema ‘Aunque no llueva al gusto de todos’ donde leemos versos de tono existencialista: ‘La naturaleza sigue su curso, / cumple su cometido, / y no entiende de fines de semana’. También destacaría el poema ‘Una fecha cualquiera’, donde se habla de aquellos días en los que el tiempo era para la poeta una promesa de futuro.

El tema del amor y la pasión tienen su lugar en otros dos poemas que impulsan la corriente poética que nos conduce por este poemario, me refiero a los poemas ‘Amor perfecto’ y ‘Pasión’. No podía faltar un poema titulado ‘Mi vida en tacones’.
Mencionar asimismo el poema ‘Vida’, un poema magnífico, a mi entender. Un poema de renovación que nos lleva hacia otro de esos poemas llenos de significado a destacar en esta páginas, el poema ‘No quiero poemas tristes’, versos impregnados de nostalgia donde la poeta se resiste a caer en la tentación de la tristeza.

Nombrar también los poemas ‘Cuando ya nada queda’, ‘Tras la niebla’, ‘Encontraré la manera’, y como no podría ser de otra forma, el poema que da título al poemario, ‘Papelera de reciclaje’ toda una declaración de intenciones.

La última parte del libro, dedicada al mar, recoge nueve poemas dedicados otro de los grandes temas en la poesía de Elena Muñoz.

Esta es, pues, la poesía de quien acumula experiencias y saberes que le ha ofrecido el discurrir de la vida, ese vivir que con el tiempo se trasmuta en entendimiento y sapiencia.

Pero Muñoz no traslada a estos versos una determinada experiencia, por decir así. En esta poesía hay algo quizá mucho más complejo: una lectura atenta y pausada del mundo que la rodea y nos rodea. Ese es el valor de esta poesía.

Estos poemas, son poemas cordiales que transportan el sentir de la autora sobre aquello en lo que fija su mirada poética. Versos con los que quiere conmover, pero en los que también invita a los lectores a observar con detenimiento y a reflexionar sobre la realidad que nos circunda.

En esta ‘Papelera de reciclaje’ de Elena Muñoz hay introspección y sensibilidad. El nuevo libro de Elena Muñoz es, a mi juicio, su libro más intimista que nos adentra en lo más insondable de su identidad y en la experiencia vital de la autora. Pero también, y esto es relevante, un poemario en el que su poesía alcanza a disertar sobre los temas fundamentales del ser humano.

Al fin y al cabo, como dijo en una ocasión Antonio Orejudo, todos somos literatura. Y quizá también todos somos poesía.

Disfruten de los nuevos poemas de Elena Muñoz.

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