martes, 12 de noviembre de 2024

Reseña de 'El agua en la mano' de Félix Recio


El agua en la mano

Félix Recio
Ediciones Vitruvio, 2024
51 páginas.


El libro El agua en la mano del profesor y psicoanalista Félix Recio, autor de numerosos ensayos y artículos de diversa temática, es el primer poemario del autor y el resultado de un quehacer creativo, como ha confesado el propio poeta, desarrollado en silencio durante bastante tiempo. En estas líneas se intentará aportar algunas claves y señalar ciertos aspectos que parecen relevantes e invitar a la lectura de esta obra que, en mi opinión, atesora una voz poética lúcida, sutil y original.

El agua en la mano es el fruto de una labor poética que ve ahora la luz en un primer libro de poesía que contiene treinta y cinco poemas, confeccionados con un léxico cuidado y elegido con esmero para otorgar a las palabras una significación muy concreta. Poemas en los que observamos, asimismo, imágenes de gran simbolismo y fuerza expresiva.

Como se ha mencionado es, en efecto, el primer poemario publicado de Félix Recio, pero al mismo tiempo es un libro de poemas escrito por un autor con una extensa trayectoria en el ámbito del psicoanálisis, la enseñanza universitaria y la escritura otros géneros como el ensayo. Por lo tanto, estamos ante una poesía elaborada por alguien que ha recorrido ya un dilatado camino literario, caracterizada por la madurez intelectual y —especulo— por una tarea poética muy pensada que ahora revela sus mejores frutos a los lectores o lectoras que deseen internarse en las páginas de El agua en la mano.

La poesía que hallamos en este libro es una poesía nítida, diáfana, serena, carente de elementos o énfasis innecesarios. Una poesía que, sin embargo, quiere adentrarse e indagar en las sombras. Poesía que llama a una reflexión profunda sobre el sentido u objeto de la existencia y a trascender a través de la palabra más allá del mundo que nos circunda. Poemas de hondo calado en los que el poeta se pone a prueba, se desviste ante el público lector y nos propone entrar en un juego de espejos donde atisbar las diferentes dimensiones del ser. Al fin y al cabo, como escribió Juan Ramón Jiménez, «La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos».

El “agua” y la “palabra” son, a mí juicio, las dos ideas conceptuales sobre las que gira este poemario. El agua fluye aquí no solo como fundamento vital que nos conecta con la naturaleza de la que somos parte indisociable, también como fuente de conocimiento. El agua es el hilo conductor del discurso poético en la primera parte del poemario, titulada como ya se ha mencionado, “Agua fugitiva”

«El agua en la mano / canta la sed / en el despertar del agua», «El agua sabe / la dicha / secreta y olvidada», «Es del agua / donde la llama brota / quemando / en liquido incendio», son versos que encontramos en diversos poemas.

En el agua hay voz, ternura, vida, fuego…, agua que es mar frente al cual el poeta medita o cavila, donde desembocan sueños, sombras o preguntas que acaso no tengan respuesta. Agua que se entrelaza con otros elementos de la naturaleza: la nieve, el pájaro, la piedra, el árbol, la luz o la ceniza. Todo ello configura una rica iconografía que sirve al autor para abordar los diversos temas que van emergiendo es sus versos. Imágenes que pueden sorprender al público lector por su audacia o aparente incoherencia, pero como expuso Federico García Lorca: «Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio».

Sin desmerecer a ninguno, hay varios poemas de la primera sección del libro que creo oportuno señalar. Por un lado, los únicos tres de esta parte que han sido titulados. El poema “Zurbaranes de año nuevo”, donde aparece el concepto de «lo blanco» unido a la imagen de la caída «hacia un fondo / donde la blancura duele»; el titulado “Viaje celeste a Pienza”, donde surge la idea del «sueño sin fin»; y “Amanecer en Medinaceli”, donde el poeta parece encontrar un ámbito propicio para dar rienda suelta a su pensamiento: «Vida entera / a nuestro paso / respira con nosotros / felicidad de la piedra».

Los otros dos, sin título, abordan dos temas que no deben pasar desapercibidos. Uno es la relevancia de lo cotidiano, cuyo significado no debemos perder de vista porque «Vivir es esperar / el pan recién hecho /el agua mañanera / la sabana fresca // Esperar el vuelo del pájaro / la pisada húmeda / caminando bajo el cielo». El otro asunto es la figura del padre, en concreto del «padre muerto» que aparece en el poema que comienza con los versos «En la casa del árbol / los muertos lloran».

Sin duda, son múltiples los aspectos que requerirían de un espacio que no tenemos en esta recensión para efectuar un examen exhaustivo de los temas que Félix Recio ha plasmado en sus poemas. Valga ahora con apuntarlos brevemente. No debemos olvidar que estamos ante un autor en el que existe una relación muy estrecha entre su labor como poeta y su actividad como psicoanalista. Poesía y psicoanálisis es sin duda un binomio muy presente en la poesía que podemos leer en El agua en la mano.

Por otro lado, la palabra toma todo el protagonismo en la segunda parte del libro, titulada ‘En desconocida orilla’, pues como apunta el poeta «las palabras son zanja interminable / escribir es cavar / en desconocida orilla». La palabra enunciada, pensada, muda o impresa es instrumento eficaz para descubrir y descubrirnos: «La palabra calcinada / crece en la sombra / y en ella germina» o «la palabra es pozo / rumor de voz», anota en otros poemas el autor. La palabra «agujereada», la palabra que «es pozo» o las palabras que «serán ceniza / ruina y olvido».

En este sentido, son reveladores unos versos del último poema del libro: “Volverás a Formentera” en los que leemos: «Volverás a Formentera / volverás a la misma metáfora / a la palabra imposible / a la palabra que arde sin ser pronunciada / palabra de ceniza / que muere sin ser palabra». El poema como ecuación que el autor resuelve de manera elegante.

Una segunda parte donde junto al ímpetu y relevancia de la palabra, destacan de manera notable el tema amoroso, unido a la añoranza, el deseo e incluso a cierto erotismo en algún momento.

Comentario aparte merecen los tres últimos textos del libro: un poema y dos prosas poéticas. El poema “El brillo de Antígona” y la prosa poética “Edipo en su sombra”, no solo conectan al poeta con registros culturales que hunden sus raíces en el mundo clásico a través de dos figuras dramáticas del teatro del célebre poeta griego Sófocles, también con dos personajes que han tenido y tienen gran significación y diversas interpretaciones en el pensamiento occidental.

No deja de ser curioso que la espléndida prosa poética que cierra el libro, “Volverás a Formentera”, a la que ya me he referido con anterioridad, donde el poeta enfrenta el sentido trágico de la vida, comienza con una cita de Friedrich Hölderlin, cuya traducción de Antígona tuvo en su momento un destacable impacto en algunos filósofos de su época como Martin Heidegger. La belleza, el dolor, la caducidad de la existencia, la palabra, el misterio…, son materia poética que en “Volverás a Formentera” concluye, una vez más, en interrogantes sin respuesta posible.

En definitiva, El agua en la mano es el resultado de una voz poética honesta, sosegada y penetrante, con un sello muy personal. Una poesía que nos habla de la experiencia vital de su autor y nos ofrece el conmovedor sentir del poeta. Tengo para mí, el tiempo lo dirá, que este libro es el inicio de algo más. Un primer paso o la primera entrega de una obra poética que esperaba encontrar el momento oportuno para ver la luz. Páginas en las que escucharán la voz poética de Félix Recio cuando lean sus afables y perspicaces versos.

Francisco J. Castañón

 

 

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