sábado, 8 de noviembre de 2014

Aromas de vino y viñedos en el Ateneo de Madrid



El 6 de noviembre tuvo lugar en el Ateneo de Madrid la presentación del libro Aromas de Vino y Viñedos, en el que han intervenido varios autores de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha. El ibro fue presentado por Natividad Cepeda, Coordinadora del libro; Pilar Jiménez Amat, pintora y autora del cuadro que ha servido para ilustrar la cubierta del libro; Joaquín Vidal, Director del diario Estrella Digital y Alfredo Villaverde, presidente de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha. 
Tras las intervenciones de los presentadores, diversos autores leyeron textos en prosa y poesía contenidos en el libro: Almudena Mestre, Juan Jiménez Ballesta, Román del Río Castillo, Francisco de la Torre Díaz-Palacios, Luis Díaz-Cacho, Luis Romero de Ávila, Jesús Lara Serrano, Miguela del Burgo, María Teresa Lozano y Francisco J. Castañón.

En la foto (de izquierda a derecha): Alfredo Villaverde, Natividad Cepeda, Pilar Jiménez Amat y Joaquín Vidal.

 



Noticias sobre el evento: 

http://www.lanzadigital.com/news/show/cultura/el-ateneo-de-madrid-acoge-este-jueves-la-presentacion-del-libro-aromas-de-vino-y-vinyedos/71414

http://entomelloso.com/el-ateneo-de-madrid-acoge-el-proximo-jueves-la-presentacion-del-libro-aromas-de-vino-y-vinedos/

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Intervención de Joaquín Vidal, director del diario Estrella Digital en la presentación del libro Aromas de vino y viñedos. Ateneo de Madrid, 6 de noviembre de 2014.

Es singular y de agradecer poder sentarse a una mesa, a presentar un libro, un periodista, como es mi caso, entregado en cuerpo y alma al mundo digital. Un mundo, el digital, que es virtual, pero también real, aunque a veces sea complicado de entender. 

Existimos, aunque muchas veces somos intangibles. Por eso es agradable hablar de dos elementos tangibles, dos realidades, la un libro y el vino. Tan como está configurada nuestra cotidianeidad, necesitamos, yo necesito, agarraderas terrenales. Visitar el mundo real.

El ámbito poético, la poesía, necesita papel. Es un contraste bárbaro, un reducto, en el ámbito diario en el que vivimos, virtual y en la red, una red sin red real, si se me permite, en la que a veces nos sentimos, uno se siente, un trapecista virtual, sin red de seguridad.

Llegados a este punto, pocas cosas más sugerentes en estos momentos que hablar de libros, poesía y vinos. Seguramente me parece sugerente porque yo no soy poeta. Mi mundo, mi vida diaria, está lo más lejos posible de la creación poética. Noticias urgentes, operación Púnica, sondeos del CIS, etc.

El periodismo es prosaico y urgente hoy en día. Aunque nosotros buscamos en el periódico un hueco para otro ritmo de las cosas, de la vida, otra lectura. Es así como surgen historias que contamos, como por ejemplo la de El Toboso, que quizá algún día será Capital Mundial del Amor.

El Toboso. La Mancha. La Mancha y el vino son dos conceptos indisolubles, inseparables.

Se ha dicho que este es un libro de poesía, pero hay mucho más. Hay historias de cuevas, un viaje a California con inesperado destino en La Mancha, se habla de lo que le pasa en una excursión de jubilados a Benidorm. Hay lo que tiene que contar un puñado de personas con sensibilidad literaria, y por el vino –con moderación– y por una tierra, La Mancha.

En estos días de retos y nacionalismo extremo, yo me permito recomendar un viaje por la Mancha, aunque solo sea de palabra. Una tierra sufrida, pobre pero orgullosa. No en el sentido de la soberbia, sino del pundonor por lo suyo. Reprimida por décadas –quizás siglos– por el hecho de que es leal. Para mi, es el corazón del país, el justo medio, carácter castellano, alegría cuando se debe, austera y también, hay que decirlo, desconfiada, carcaterística española como pocas.

Y un paisaje. Un paisaje nada fácil. Llano, claro, pero no siempre ni tanto. Geométrico a veces, cambiante con el año, que cambia sus colores. Hay rojos, hay tierras, hay verde, hay blanco. En cierto sentido se podría decir que hay blancos y hay tintos. A menudo es un camino recto, con final en el horizonte, rodeado de un mar de tierra, con velas blancas con forma de fachadas; jarcias que son campanarios; islotes que son castillos y fortalezas. Y, claro, paisanos que, como pueden, capean el temporal.

Joaquín Vidal

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Invitación al acto:


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