Este verano
los vecinos de Madrid han observado con asombro cómo están siendo sustituidas
las marquesinas de las paradas de autobús por otras nuevas e “inteligentes”.
Las antiguas, de ese marrón sufrido al que estábamos acostumbrados, van
desapareciendo magnis itineribus (a
marchas forzadas) del paisaje urbano.
El caso es
que el Ayuntamiento de la capital ha decido cambiar las 4.265 marquesinas
actuales por otras más modernas a las que se han incorporado flamantes
tecnologías de la información y la comunicación, como un panel de tinta
electrónica, un sistema de audio sobre datos turísticos, código QR y Wifi
gratuito. O sea, un potosí.
Las redes
sociales denuncian que las anteriores no se encontraban tan deterioradas como
para cambiarlas, que no existía demanda social para realizar este trasiego y
que estamos ante un despilfarro de dinero público, el cual hubiera sido mejor
empleado en servicios a la ciudadanía que en los últimos años, debido a la
crisis, se han visto recortados o incluso han desaparecido. También señalan que
en relación con el diseño habría mucho que opinar pues, según su criterio, no
es tan funcional como parece. Algunos van más allá, ya que el separador
introducido en los asientos no sólo no sirve como respaldo sino que parece
estar ideado para evitar que alguien pueda tumbarse, por lo que ha sido
bautizado como el separador anti-indigentes.
La Unión
Temporal de Empresas formada por Cemusa (JCDecaux) y El Mobiliario Urbano SLU,
será la entidad concesionaria de las marquesinas por los próximos 13 años.
Dicha UTE licitó sin competidores y ganó el concurso, con un presupuesto de 150
millones de euros, que le concede la explotación del diseño, fabricación,
mantenimiento y de la publicidad que se exponga, así como de los postes de las
paradas del bus. Tras la última remodelación en las empresas públicas
municipales, la gestión de las
marquesinas de los autobuses ha vuelto a estar en manos de la EMT. Según los
responsables municipales esta “operación marquesina” no costará al
Ayuntamiento de Madrid un solo euro, por el contrario ingresará 12 millones al
año en las arcas públicas.
Muchos
usuarios piensan, sin embargo, que la proximidad de elecciones municipales y
autonómicas está detrás de este tipo decisiones. De hecho hay quien todavía no
se atreve a usarlas aunque estén colocadas al lado de las antiguas aún sin
retirar, por aquello de que tenga que venir alguna autoridad a inaugurarlas
antes de que se puedan sentar en ellas a esperar el autobús.
© Francisco J. Castañón
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